Microrrelato: El vuelo maldito
Cada aleteo es un crujido de huesos, y mis alas deshilachadas, antaño poderosas, apenas sienten el viento en este vuelo eterno y macabro. Las plumas cuelgan como jirones quebradizos, y mi pico astillado en un grito silencioso de mal agüero, se abre hacia mi cuerpo de halcón, reducido a un esqueleto cubierto de piel seca y putrefacta. Mis ojos, dos cuencas vacías y malditas, recorren sin ver, cada muro y cada torre del majestuoso Castillo de Peñafiel, dejando atrás la larga y estrecha colina, y buscando corazones negros que me miren y firmen su sentencia y mi justicia…
Hace un milenio, cada amanecer, me posaba en el ventanuco de la celda de un anciano prisionero. Él me apreciaba profundamente, pues era su única compañía en aquel lugar del castillo. Observaba mi majestuoso vuelo de halcón, y soñaba con la libertad que yo representaba. Una mañana, un malvado guardia me atravesó con su ballesta, dándome muerte, y en ese momento, el anciano prisionero lanzó la maldición. Cada persona de corazón negro que visite el castillo y me vea resucitado en vuelo, encontrará la muerte al poco tiempo.
― ¿Tendrías tú el valor de admirar las maravillosas vistas del castillo?
Autor: Juan Manuel Sánchez Ovejero, de Arroyo de la Encomienda (Valladolid)
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Fotografía de Numisfiel, bajo licencia CC BY-SA 3.0
Música Snowball de Scott Buckley bajo licencia CC BY 4.0