Microrrelato: La gárgola
Se conocieron un ocho de septiembre, en el baile de la era. Los restos del castillo de Alcuetas les vigilaba cuando el primer beso. Él prometió tenerla como a una reina y que viviría en un palacio. Y así aconteció lo del palacio, porque tras la boda se fueron a mudar a León y le buscó trabajo en el de los Guzmanes. Y de pensarse reina pasó a fregona, porque al marido le faltaban dineros para gastar en correrías y ella quedó limpiando aquellas obras interminables de la Diputación, sin más compañía que el frío y las gárgolas del patio. Entre las que lo flanquean, una de ellas mira para la segunda galería, y la soledad, que es dura compañera, hizo que le contara de carne a piedra sus penas y zozobras; cuerpo de león, alas de murciélago, que parecía escucharla mientras la miraba con pétreos ojos. El frío del patio se le metió a ella en los huesos, y un día no hubo más penas que su ausencia. Desde entonces, la guía del palacio cuenta que, sin saber por qué, cuando llueve, esa gárgola no echa el agua por la boca, sino por sus ojos, como si estuviera llorando.
Autor: Pilar Arijo Andrade, de Málaga
Escucha el microrrelato
Narrado por Francisca Vaquero Rodrigo
Fotografía de Nacho Traseira. License CC-BY-SA