Una leyenda muy típica de cualquier pueblo es la que relata las pasadas grandezas de la localidad: “… este pueblo fue mucho más grande”, nos han comentado algunos ancianos, “yo creo que tuvo que ser tan grande casi como León; llegaba desde la Manga hasta la carretera”. Veamos el alcance de esta leyenda: el pueblo, en este caso, está situado junto a un pequeño valle por el que discurre un regato que en el invierno no lleva agua; este valle tiene la dirección N-S.; casi a 1 km. del pueblo, al N., este valle recibe las aguas de otro valle más pequeño que viene a él perpendicularmente por la derecha; es el denominado “La Manga”, límite legendario por el N. Al S. del pueblo, también a 1 km., pasa la carretera Mayorga – Valencia de D. Juan, que sería el límite por el S. Hay que tener en cuenta que no se habla para nada de los posibles límites al E. y al W., quizás por carecer de mojones naturales o artificiales llamativos, como ocurre al N. y al S. Para intentar explicar esta leyenda vamos a servirnos de algunos datos que hemos recogido en la misma localidad.
En algunos pueblos de la comarca, cuando hablan de la mayor extensión del casco urbano en tiempos pasados, lo hacen apoyándose en el hecho de que en los alrededores del pueblo hay restos cerámicos o de construcciones, y entonces lo que ha podido ser una traslación del asentamiento, con el correr de los tiempos, ha quedado en la mentalidad popular como restos de grandezas pasadas. En el caso de Alcuetas, esto no se da, puesto que los escasos vestigios aparecidos en “La boca de la reguera” no demuestran nada. Así pues, vamos a servirnos de los mismos comentarios de los nativos: “… este pueblo fue muy grande… en tiempos… cuando los moros, tuvo un conde que vivió en el castillo… “. Vemos que el pueblo asocia el concepto “conde” con algo importante y magnánimo, y por eso, si habitó allí un personaje de categoría, es porque el núcleo urbano sería importante.
Otra leyenda muy arraigada es la que refiere que en el castillo existe una cueva que se comunica con el castillo de Valencia de D. Juan, uniendo ambas construcciones por una galería subterránea de más de siete kilómetros. El fundamento de esta leyenda está en que en la pared Oeste, junto al ángulo de S-W, había una oquedad, la cual nadie exploró nunca pero que “debía ser muy larga, porque de chavales tirábamos piedras y se oía muy lejos… “; ahora bien, como en el castillo de Valencia de D. Juan también existen unas bocas de cueva, la imaginación enlaza estas dos bocas por un pasadizo subterráneo. Valencia de D. Juan es hoy centro comarcal, y por lo tanto aglutinante de los pueblos de alrededor; pues bien, en todos los pueblos se da la misma leyenda, la cueva que sale del castillo de Valencia de D. Juan, va a parar a las antiguas casonas de los pueblos, si las tienen, y si no a la torre de la iglesia.
Las cuevas que, según la imaginación popular, enlazan entre sí las ruinas de monasterios, castillos, palacios, etc., son casi siempre inverosímiles, ya que “tienen” decenas de Kms. de longitud, como el caso de la cueva que “enlaza” el castillo de Grajal de Campos con el Monasterio de Sahagún, y desde aquí con los castillos de Cea y Almanza.
Todas estas leyendas, en síntesis, son las mismas: hay una cueva de muchos Kms. en la que a veces alguien se ha metido para explorada, pero llega a un sitio donde se le apaga la vela por falta de oxígeno, entonces, la cueva queda sin explorar. Creemos que estamos ante un tipo de leyenda estereotipada, que creada no se sabe en qué lugar, todos los pueblos la han hecho suya y se la cuentan al visitante como propia y única de su localidad. Más bien pensamos que nadie se ha dedicado a explorar en serio estas cuevas, sino que cuando algún arriesgado se adentra en ellas, pierde la noción de la distancia, tanto por la estrechez de las mismas como por la falta de luz adecuada.