Iglesia de Nuesta Señora de la Natividad y Torre del Campanario
La iglesia no tiene valor arquitectónico alguno. Se trata de una construcción de adobe y tapial de una sola nave; a la cabecera, una espadaña de ladrillo con tres vanos para las campanas. En su interior se conserva una lápida sepulcral de piedra caliza con escudo, de una Constanza Quiñones Osorio, que hace donación a la iglesia de S. Miguel de Alcuetas de unas tierras. La fecha es ilegible.
El altar mayor es un altar barroco del S. XVII-XVIII, de madera dorada y policromada, de muy buena talla; en él hay una imagen de Santa Ana, de madera de cerezo, de escuela castellana del S. XVII, que sostiene en una mano a la Virgen niña (imagen de escayola que sustituye a otra de madera que se quemó).
Otras tallas de valor son un crucifijo del S. XVIII en madera, de tamaño menor que el natural y de muy buena factura; es el titular de la Cofradía de la Vera Cruz. Una Virgen barroca y bastante repintada que responde a múltiples advocaciones, ya que unas veces hace de Virgen del Rosario, por uno azul que tiene colgado al brazo, otras veces, cuando le colocan un manto negro y le ponen junto a la cruz en Jueves Santo, se convierte en la Virgen de los Dolores (quizás fue tallada para esta función), y otras veces es la Natividad o cualquiera otra advocación de la Virgen. Esta dato es muy típico en todos los pueblos, donde las imágenes se pluriemplean para satisfacer las devociones.
Piezas de gran valor también eran un S. Miguel barroco, compañero del altar mayor, y un Niño Jesús de Praga, ambos en madera, y una cruz de plata repujada, de estilo plateresco, de principios del S. XVII, pero todas ellas han desaparecido vía anticuario, a causa de la “desamortización” de las iglesias llevadas a cabo por “algunos” curas postconciliares.